Afortunadamente, las voces de la razón han empezado a notar los puntos flacos de la dichosa 'encíclica ambiental'. El primero fue Lawrence Krauss en una columna invitada para Scientific American:
Algunos señalaron que en la "pampa gringa", zona de agricultura intensiva, las tasas de mortalidad estaban por encima del promedio y saltaron a conclusiones alegres, sin que en el informe se mencione ninguna causalidad para esto. Recordemos que correlación no es causación.
La última columna de Ignacio Zuleta Lleras quien firma su columna de El Espectador como Dharmadeva posiblemente sea la más deshonesta que haya escrito este negociante del miedo. Se va contra las semillas transgénicas:
El principio de precaución busca la "adopción de medidas protectoras ante las sospechas fundadas de que ciertos productos o tecnologías crean un riesgo grave para la salud pública o el medio ambiente, pero sin que se cuente todavía con una prueba científica definitiva de tal riesgo".
Lamentablemente, los enemigos de la ciencia lo han transformado en el principio del miedo:
En estos días se realizó la convención internacional de la Organización Industrial Biotecnológica (BIO), en donde se expusieron las Arctic® Apples, manzanas transgénicas que no se doran.
International Nuclear Services ha conseguido una orden judicial contra nuevas "acciones irresponsables y peligrosas", de Greenpeace con respecto a sus operaciones.
¿Y por qué? Bueno, digamos que a Greenpeace no le importa poner vidas humanas en riesgo, con tal de seguir con su agenda ludita:
Aquellos que sufren de monsantofobia, es muy probable que la enfermedad afecte sus procesos de pensamiento y los lleve a a través de procesos defectuosos de razonamiento.
Con el paso del tiempo, vamos conociendo más y más delirios que los religiosos se inventan para oponerse a la moda, las tendencias y una vida plena en el siglo XXI.