Ya he mencionado en algunas ocasiones mi predilección por el grupo español de música SKA-P. De hecho, antes de empezar esta entrada, quiero advertir que musicalmente me gustan mucho y creo que no pasa un día sin que escuche alguna de sus canciones, sin embargo cuando se trata de sus posiciones políticas, sus argumentos y sus acusaciones, a veces hay algo que falla.
No en todo, por supuesto. Por ejemplo, sus críticas a la Iglesia (canciones como
La Mosca Cojonera,
Sexo y Religión y
Crimen Sollicitationis), su apasionada defensa de la legalización de las drogas (con la archiconocida
Cannabis y
Al Turrón), su rechazo al maltrato animal (
Vergüenza,
Abolición e
Insesibilidad), su desprecio por la asfixiante parodia bipartidista politiquera del sistema democrático (
Ni Fu, Ni Fa), su denuncia de la magufada y sus practicantes, los charlatanes (
Casposos), y su defensa de causas muy nobles que comparto plenamente como la abolición de la pena de muerte en todo el mundo (
Welcome to Hell) y que no se reclute a niños en las filas de ningún cuerpo armado (
El Niño Soldado).
Pero en otras ocasiones, realmente dejan mucho que desear y la cagan con ganas y uno se queda sin SKA-P.