
Ahh, es esa época del año, otra vez. Cada tanto tiempo una comisión del Congreso de los EEUU escucha el testimonio de presuntos expertos sobre la supuesta presencia de extraterrestres y platillos voladores en la Tierra.
Y cada vez, sin falta, un puñado de tipos que han trabajado en el Pentágono, la CIA, la Fuerza Aérea, y/u otras agencias militares y de inteligencia del gobierno de EEUU, se sientan en audiencia ante los Congresistas. También se llama a declarar a charlatanes del supuesto fenómeno ovni, quienes tienen un modelo de negocio muy creativo: han fundado compañías de 'investigación' paranormal, y cada vez que aparecen ante el Congreso piden que se les dé dinero de los contribuyentes al coro de "financien la investigación independiente". Así es como Robert Bigelow consiguió 22 millones de dólares, que despilfarró de manera espantosa.
Exmilitares y magufos por igual repiten la fórmula ante los legisladores: vieron algo que no pueden explicar, o les llegaron reportes redactados, o según el primo de la novia del vecino hubo algo extraño. Y saltan a la conclusión de que fueron alienígenas. Es el alien de los vacíos: todo lo que no pueden explicar, fueron extraterrestres. ¡Trajeron el meme a la vida real! Y el hecho de que ocurra en el recinto del Capitolio le da una apariencia de "oficial" que los entusiastas del fenómeno ovni toman como la prueba reina de que sus sospechas son absolutamente ciertas, y vuelven a sus entretenciones magufas, creyendo que han demostrado que siempre tuvieron la razón, y que los alienígenas nos han visitado y viven entre nosotros.
Pero el ciclo no ha terminado.
La fase de cierre es que varios meses después, la comisión del Congreso publica un informe, un reporte o un panel final. Esta vez, al igual que la vez anterior, y la anterior a esa, y la que vino antes, y la previa a esa, y así en regresión hasta la primera —en 1952, que dio lugar al Panel Robertson— llegarán a la misma conclusión de siempre, de que el testimonio obtenido no es ni remotamente concluyente para afirmar con razonable certeza que tenemos extraterrestres, alienígenas o platillos voladores en la Tierra.
Para entonces, el interés por el tema ha bajado, y ya está volviendo a entrar en estado de hibernación, en el que durará meses o incluso años hasta que algún elemento de la cultura popular (por ejemplo, una serie como The X Files) o la convención anual de ufólogos, o una nota de prensa al azar, revivirán el interés por el tema, que volverá a ganar masa crítica y, con ella, momento, para que a los tantos meses se convoque una nueva Comisión.
El problema es que todos estos testigos confían en que sus humanamente limitados sentidos están plenamente capacitados para explicar cualquier cantidad de fenómenos aéreos extraños en condiciones de escasa visibilidad. O que gente que a duras penas entiende el Teorema de Pitágoras tiene una comprensión razonable de la realidad cuando afirma que seres que dominan el viaje intergaláctico están obsesionados con sondar los intestinos de granjeros humanos. O que los reportes que les llegaron de oídas son fidedignos, y que, por algún motivo que no se molestan en articular, no aplica lo del teléfono roto. O que, en un entorno de secretismo y desconfianza —como el de las agencias de inteligencia—, el secretismo y la desconfianza son la prueba reina de que hay inteligencias no-humanas y no-terrícolas entre nosotros, o en las profundidades del océano, o de alguna manera fuera de la capacidad de verificación independiente. ¡Es una tremenda coincidencia!
Ante las preguntas más puntillosas, cuya respuesta podría arrojar alguna luz, o poner de manifiesto el embuste, solo dicen que prefieren responder a puerta cerrada. Quienes viven de promover lo paranormal, además, no se olvidan de pedir dinero que se financie la investigación independiente. ¡Y tan panchos!
Y la prensa poco periodística, los magufos, y los gigolós del clickbait, esparcirán como pólvora la no-noticia de que el supuesto misterio de los ovnis sigue siendo un misterio, y asumen que el tema adquiere un barniz de legtimitdad por el hecho de que el Congreso de EEUU le da oxígeno a la conversación.
Pero no: la legitimidad la da la evidencia. Y no hay evidencia sólida, pruebas tangibles, o un verificación certera de que la Tierra ha sido visitada por extraterrestres. No les importa. Este ciclo ya terminará, y en cuestión de unos meses llegará el siguiente.
____Publicado en De Avanzada por David Osorio | ¿Te ha gustado este post? Síguenos o apóyanos en Substack para no perderte las próximas publicaciones
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