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sábado, 29 de junio de 2019

'Science' se niega a publicar replicación fallida de estudio que habían publicado



Desde hace unos años, la psicología atraviesa una crisis de replicación, que consiste en que intentos recientes por reproducir muchos de los que eran considerados grandes hallazgos en psicología, han fracasado épicamente, por muchos motivos (algunos de los cuales mencionamos brevemente en otra ocasión)

Hasta ahora, uno de esos grandes hallazgos en psicología era un paper que fue publicado por Science en 2008, en el que sus autores reportaban diferencias fisiológicas entre liberales y conservadores — lo que más o menos vendría a significar que la ideología política tendría bases biológicas. Una idea extraordinaria como la copa de un pino, que es repetida frecuentemente en los medios de comunicación —al fin y al cabo, ¡fue publicada en Science!— y podría tener muchas implicaciones sociales y políticas.

Pues inspirados por ese estudio, un grupo de cuatro investigadores —Kevin Arceneaux, Bert Bakker, Claire Gothreau y Gus Shumacher— recaudó fondos para crear un laboratorio con costosos instrumentos que les permitieran medir reacciones fisiológicas y replicar el estudio original.

Para su sorpresa, los resultados no pudieron ser replicados —algo relativamente común en el quehacer científico—, pero el verdadero shock vino después, cuando Science se negó a publicar sus hallazgos, y tampoco retiró el artículo original. En palabras del equipo de investigadores:

jueves, 2 de mayo de 2019

Marcha por la Ciencia 2019: regresa el posmodernismo



En 2017, una de las respuestas a la elección de Donald Trump fue la organización de una Marcha por la Ciencia — en principio, esta es una buena idea, en vista de la voracidad de Trump por desarrollar políticas públicas populares que desafían el conocimiento humano acumulado. El asalto de Trump a la ciencia merecía una respuesta de esta magnitud; sin embargo, más pronto que tarde, resultó que quienes organizaban la Marcha por la Ciencia estaban más interesados en promover teorías conspiranóicas como la de la interseccionalidad y su filofascista interpretación de lo que es la "diversidad", y en su celo ideológico llegaron a defender al Daesh y acusar a la ciencia de ser la directa responsable del lanzamiento de la bomba MOAB. Con esos defensores, para qué enemigos.

A pesar de esto —o, en parte como resultado; vaya uno a saber en estos días— la Marcha fue un éxito, así que hubo una convocatoria en 2018: esta vez escondieron un poco sus disparates woke, y prefirieron limitarse al buensalvajismo y la corrección política; de nuevo consiguiendo convocar a miles de personas.

Pues este sábado 4 de mayo —el mismísimo día de Star Wars— se llevará a cabo la Marcha por la Ciencia 2019 y, me temo, no traigo buenas noticias.

miércoles, 20 de marzo de 2019

No, no sabemos quién fue 'Jack el Destripador'



Por estos días, 'Jack el Destripador' ha vuelto a aparecer en la prensa, porque según un paper publicado la semana pasada, finalmente conoceríamos la identidad del asesino en serie que aterrorizó las calles de Londres a finales del siglo 19: un peluquero polaco de 23 años llamado Aaron Kośmiński, quien en algún momento fue el principal sospechoso.

El paper corresponde al análisis que Jari Louhelainen y David Miller condujeron sobre la que afirman sería la única prueba material existente de las escenas del crimen: un chal de seda encontrado cerca del cuerpo de Catherine Eddowes. En 2007 el chal fue comprado por el autor Russell Edwards, quien se lo dio a Louhelainen para que realizara unas pruebas genéticas. En 2014, Edwards publicó un libro con base en los resultados que le reportó Louhelainen, señalando a Kośmiński como el asesino. El libro fue criticado duramente por parte de la comunidad científica, por un gigantesco error de nomenclatura y porque carecía de información completa sobre las muestras.

En el paper publicado la semana pasada, Louhelainen y Miller extrajeron y amplificaron el ADN de las muestras de sangre y semen del chal y compararon fragmentos de ADN mitocondrial con muestras tomadas de descendientes vivos de Eddowes y Kośmiński — el ADN coincide con el de un pariente vivo de Kośmiński. Aunque esto fue suficiente para que 'periodistas' alrededor del mundo publicaran concluyentemente que Kośmiński fue 'Jack el Destripador', hay varios hechos incómodos que hacen que esa conclusión sea, cuando menos, disparatada.

sábado, 9 de marzo de 2019

Señor, hay rastros de glifosato en su bebida cancerígena



A finales de febrero, U.S. PIRG —una organización que dice hacer activismo por los consumidores— publicó un informe en el que afirmaba haber encontrado rastros de glifosato en vinos y cervezas. Los brazos de propaganda anti-glifosato, en ocasiones disfrazados de periodismo científico o de salud, se apresuraron a reproducir las partes más explosivas del informe, que confirmaban su postura ideológica, y aprovecharon para volver a condenar su odiado glifosato, sin detenerse a analizar siquiera por dos segundos. De lo contrario, no habría habido necesidad de escribir este post, pero pues aquí estamos.

Todo el asunto es absurdamente irónico: el principal argumento de estas piezas que saturaron Internet y estaban a la orden del día para compartir en redes sociales giraba entorno a la supuesta relación entre cáncer y glifosato, pero resulta que la mejor evidencia disponible apunta a que el glifosato no causa cáncer. Que el propio informe del U.S. PIRG dijera, además, que la cantidad de glifosato que se había rastreado era ínfima no dio ni para una nota al pie de página. Aunque si de ignorar hechos incómodos se trata, el premio se lo tienen que repartir a partes iguales entre todos los que se apresuraron a publicar sobre estos resultados, y que se dejaron por fuera que el licor es cancerígeno por sí mismo — incluso consumir una sola gota aumenta el riesgo de desarrollar cáncer.

lunes, 28 de enero de 2019

Informe EAT-Lancet, activismo veg disfrazado de ciencia



La semana pasada se publicó el informe EAT-Lancet, producto de la comisión creada entre la prestigiosa revista médica The Lancet y la Fundación EAT, supuestamente para evaluar el impacto de la dieta en la salud humana y en el planeta. Grosso modo, la conclusión del informe fue que todo el mundo debería renunciar a la carne y pasarse a una dieta basada en plantas, con la inmodesta pretensión de "salvar el planeta" y mejorar nuestra salud.

Hay motivos para tomarse el informe con una buena dosis de escepticismo. En primer lugar, porque la mejor evidencia disponible hasta la fecha no permite concluir que la dieta basada en plantas sea la mejor decisión en salud; la evidencia más rigurosa sustenta la idea de que la carne roja no causa ninguna enfermedad y, a la vez, no es poca la evidencia que apunta a que las dietas bajas en comidas animales son nutricionalmente deficientes. Es un poco sospechoso que los hallazgos del informe EAT-Lancet contradigan lo que hasta ahora es la mejor evidencia disponible.

jueves, 10 de enero de 2019

La APA contra los hombres



En 2007, la Asociación Americana de Psicología (APA, su sigla en inglés) publicó su Guía para la Práctica Psicológica con Niñas y Mujeres — hasta enero de 2019, un documento similar no existía para guiar a los facultativos de la salud mental en el tratamiento y la terapia para niños y hombres.

Muchos hombres, al igual que ocurre con muchas mujeres, tienen vidas complejas que, en algún punto, requieren de apoyo, dirección y asistencia, y es urgente que los profesionales de la salud mental cuenten con guías especializadas para el tratamiento. Pues hace unos meses la APA publicó su Guía para la Práctica Psicológica con Niños y Hombres y, lamentablemente, la mayor organización de profesionales de la salud mental desperdició la oportunidad de hacer un documento que sirva para ayudar a los hombres que necesitan ayuda.

El documento, en cambio, adopta unas definiciones política e ideológicamente motivadas que reducen a los hombres y la masculinidad a poco menos que entes que rayan en la psicopatía. Consideremos, por ejemplo, los siguientes fragmentos:

viernes, 7 de diciembre de 2018

Los nuevos negacionistas de la evolución



Esta es la traducción libre de un artículo original de Colin Wright publicado en Quillette el 30 de noviembre de 2018.

domingo, 4 de noviembre de 2018

Ciencia y religion: tan lejos y tan lejos


Desde hace un tiempo, Colciencias puso en marcha el portal Todo es Ciencia, con la idea de acercar la ciencia a la ciudadanía. Yo no le he seguido mucho la pista, porque su forma de hacer divulgación, aunque válida, no es el tipo de difusión científica que a mí me gusta. En todo caso, si están acercando a la ciudadanía a la ciencia, más poder para ellos.

Lamentablemente, la iniciativa ya fue subvertida para promover el pensamiento mágico y la superstición, lo que ya es bastante malo en un portal de divulgación científica — ahora, que sea hecho en una página pagada con los impuestos de todos los colombianos, siendo Colombia un Estado laico, lo hace aún peor.

El artículo en cuestion se llama Ciencia y religión: tan cerca y tan lejos, escrito por Martín Franco Vélez, y es una instancia de acomodacionismo — la idea de que religión y ciencia son compatibles (en el mejor de los casos) y hasta complementarias (en el peor).

jueves, 18 de octubre de 2018

Fundación Americana de Ciencia funda investigación sobre microagresiones



La Fundación Nacional de Ciencia de EEUU acaba de asignar un presupuesto de casi $ 370.000 dólares americanos para estudiar las "microagresiones" en programas universitarios de ingeniería, utilizando una "perspectiva interseccional":

viernes, 12 de octubre de 2018

Juez anulará millonaria condena a Monsanto



Hace dos meses, los magufos alrededor del mundo salieron a celebrar porque un jurado en California condenó a Monsanto-Bayer a pagar casi $ 300 millones de dólares por daños al jardinero Dewayne Johnson porque supuestamente su marca de glifosato, el RoundUp, le habría causado cáncer. En su momento señalamos que la relación causal entre glifosato y cáncer no está soportada por la evidencia, y que la opinión un jurado no reemplaza los estudios revisados por pares y publicados en revistas indexadas de amplia trayectoria y alto factor de impacto.

No importó. Es más, los abogados de Johnson habían alegado que el cáncer no era causado por el glifosato en general, sino específicamente por el de Monsanto — de nuevo, sin evidencias. Y de nuevo, no importó: para los activistas, que 12 personas equis sin ningún entrenamiento científico consideraran que una marca de glifosato causa cáncer equivalía a la prueba reina de que todo el glifosato causa cáncer. Vamos, que fue una orgía de razonamiento motivado y sesgo de confirmación buenrollista.

Según informa Associated Press, la Juez del Tribunal Superior de San Francisco Suzanne Bolaños está considerando anular la sentencia del jurado porque —como señalamos los escépticos—, no hay evidencia de que el glifosato cause cáncer:

miércoles, 10 de octubre de 2018

¿Qué conocimiento tenemos gracias a los estudios de género (y otros)?



Aunque he disfrutado los engaños del pene conceptual y de los estudios de agravios, me parece que las conclusiones de estos dos episodios han sido sacadas de toda proporción: ridiculizar los 'estudios' de género y demás disciplinas de agravios funciona porque esos campos de estudio (al menos en su expresión actual) ya son ridículos, pero no consigue explicar por qué son ridículos ni qué los hace diferentes a las formas legítimas de conseguir conocimiento.

En ambos casos, James Lindsay, Peter Boghossian y Helen Pluckrose le dieron la respuesta correcta a la pregunta equivocada. ¿Es el campo de los estudios de género un filón para la pseudociencia en donde se publicará cualquier disparate que acuse a los hombres, los blancos y a los cis-hetero de cualquier atrocidad, por absurdo que resulte, así sea un claro despropósito que niegue la más elemental biología? Y la respuesta es un rotundo sí.

Pero hay preguntas mucho más poderosas para explicar la total bancarrota intelectual del posmodernismo. Por ejemplo:

viernes, 5 de octubre de 2018

Trolleando al posmodernismo con los Estudios de Agravios



En mayo de 2017, la revista Cogent Social Sciences publicó "El pene conceptual como construcción social", un 'estudio' enviado por Peter Boghossian y James Lindsay en el que afirmaban que los penes no eran órganos reproductivos masculinos sino que eran mejor entendidos como construcciones sociales problemáticas para la humanidad que incluso causaban el cambio climático.

Lindsay y Boghossian buscaban ridiculizar los estudios de género à la Sokal, poniendo de relieve lo fácil que es publicar cualquier sartal de sandeces en un journal de estudios de género y, para muchos, lo consiguieron.

A principios de 2018, Lindsay y Boghossian se asociaron con Helen Pluckrose, para repetir la jugada del pene conceptual en masse; en este año, llegaron a fabricar hasta 20 'estudios' posmodernos que enviaron a journals de 'humanidades' y 'ciencias' sociales — los tres terminaron revelando el proyecto después de que el Wall Street Journal empezó a seguirle la pista a uno de sus artículos falsos sobre estudios de agravios.

Eso sí, los papers que les publicaron son una pasada:

miércoles, 3 de octubre de 2018

CERN suspende profesor de Física por políticamente incorrecto



El Consejo Europeo para la Investigación Nuclear, conocido como CERN (sigla para Conseil Européen pour la Recherche Nucléaire), es una organización de investigación europea que opera el mayor laboratorio de física de partículas del mundo. Entre el 26 y el 28 de septiembre, el CERN celebró un taller sobre la Teoría de Altas Energías y Género, centrado en los últimos avances en física de partículas y cosmología, y debatió cuestiones de género e igualdad de oportunidades en este ámbito.

De 38 presentaciones, hubo una que se atrevió a cuestionar el dogma de que las mujeres son discriminadas en la ciencia — la presentación del profesor de la Universidad de Pisa Alessandro Strumia.

Al CERN no le hizo ninguna gracia el desafío de Strumia y —en una reacción más propia de la Inquisición que de una organización con espíritu científico— suspendió al profesor Strumia y le abrió una investigación:

viernes, 28 de septiembre de 2018

Antivacunas asaltan Cochrane


Desde hace años, Cochrane (antes llamada Colaboración Cochrane) ha sido un referente sobre medicina y políticas públicas, pues es una organización no gubernamental independiente, sin ánimo de lucro, compuesta por un grupo de más de 37.000 voluntarios en más de 130 países, formada para organizar sistemáticamente la información de la investigación médica; la organización conduce revisiones sistemáticas de estudios sobre todos los aspectos relativos a la salud humana, por lo que sus conclusiones suelen ser bastante fidedignas — entre otras, gracias a Cochrane sabemos que rezar por los enfermos no sirve para nada, que la manipulación vertebral que se lleva a cabo en la quiropraxis tampoco sirve para nada, que la 'Medicina' 'Tradicional' China no ayuda a paliar los síntomas de la menopausa y que el consumo de antioxidantes es peligroso.

Al ser una organización tan grande, Cochrane se ha tenido que dividir en capítulos regionales para poder operar de manera más eficiente. Y eso siempre incrementa la posibilidad de fricciones. En este preciso momento, el capítulo Cochrane Nórdico —compuesto por los centros de Finlandia, Polonia, Rusia, Noruega y Suecia— está de pelea con el resto de la organización.

La manzana de la discordia


La manzana de la discordia es una revisión sistemática sobre la vacuna contra el VPH que, una vez más, halló que la vacuna es segura y efectiva. En respuesta a esa revisión, el Centro Cochrane Nórdico publicó una carta donde se despachaban contra la revisión de la vacuna contra el VPH, acusándola de incompleta y de ignorar evidencia de sesgos. Según ellos, la revisión sistemática de estudios sobre la vacuna contra el VPH incurrió en varios errores que se pueden resumir así:

domingo, 12 de agosto de 2018

El glifosato sigue sin causar cáncer



La magufada está alborotada porque un juzgado en California condenó a Monsanto-Bayer a pagar 250 millones de dólares en daños punitivos y otros 40 millones en daños compensatorios a un antiguo jardinero de colegio que demandó a la multinacional por, presuntamente, haber causado su linfoma no Hodgkin con su producto de glifosato, RoundUp.

El acto reflejo del sesgo de confirmación entre los magufos fue inmediato: según ellos, la condena es señal de que siempre tuvieron razón acerca de que el glifosato es cancerígeno... pero va a ser que no.

domingo, 22 de julio de 2018

Uso de pseudociencia asociado a mayor riesgo de muerte en pacientes de cáncer



Una de las respuestas más comunes y frustrantes que recibimos los escépticos cuando ponemos en evidencia la estafa detrás de las pseudociencias es la de que si esos tratamientos no funcionan, igual no pueden hacer daño, que entonces por qué le ponemos tanta tiza al asunto — la cosa es que, en primera, hay pseudociencias y tratamientos que sí causan daño directo; y, en segunda, el uso de pseudociencias (tanto si son placebo como como si no) sí tiene efectos en el uso de la verdadera medicina: los pacientes que recurren a la pseudociencia dejan de lado —en mayor o menor grado— los tratamientos reales.

Y, precisamente, eso fue lo que encontró un estudio publicado en JAMA Oncology — los investigadores querían averiguar qué características de los pacientes están asociadas con el uso de la pseudociencias para el cáncer y cuál es la asociación del uso de las mismas con la adherencia al tratamiento y su supervivencia.

lunes, 14 de mayo de 2018

Fundamentalistas religiosos y magufos, más propensos a creer noticias falsas



En abril de 2018 se llevó a cabo la Conferencia Internacional de Investigación en Esquizofrenia, donde se presentó un estudio provisional por investigadores de la Universidad Yale que halló que las personas más propensas a creer en mentiras —lo que ahora conocemos con el oximorónico título de fake news, o noticias falsas— son individuos que tienen creencias irracionales delirantes, son dogmáticos en su pensamiento, y/o fundamentalistas religiosos:

Dice el estudio:

sábado, 14 de abril de 2018

Marcha por la Ciencia 2018: buensalvajismo y corrección política



Hoy es la segunda versión de la Marcha por la Ciencia. Esta nació el año pasado, cuando el presidente americano Donald Trump empezó a enfilar baterías contra las políticas ambientales de Estados Unidos — era un grupo ciudadano que presuntamente defendía la ciencia y sus valores.

Pronto caímos en cuenta que la Marcha había sido secuestrada por la anticiencia y que sus promotores estaban más interesados en hacerle oposición a Trump por cualquier cosa —habiendo tantos temas legítimos para hacerlo— que hasta llegaron a defender a terroristas del Daesh llamándolos "personas marginadas", y culpar a la ciencia, aquello por lo que decían marchar, del lanzamiento de la bomba MOAB.

Ha pasado un año desde aquello, y por encima parece que la Marcha ha puesto algo de orden en su casa — aunque todavía tienen bastante por hacer. Por ejemplo, hace unos días, el Twitter oficial de la Marcha compartió un artículo del Seattle Times lamentable:

martes, 16 de enero de 2018

Britt Hermes, demandada por cuestionar pseudociencia



Britt Hermes es una candidata a doctorado en Biología Evolutiva en el instituto Max Planck y divulgadora científica, quien hasta 2014 ejerció la pseudomedicina naturopática, dándole falsos diagnósticos y tratamientos a personas con verdaderas afecciones de salud — desde que se topó con la deshonestidad intelectual de su entonces jefe, Hermes escribe el blog Naturopathic Diaries, en donde denuncia a sus antiguos colegas y pone de manifiesto el carácter pseudocientífico de la naturopatía.

Como sabe cualquier persona que alguna vez haya denunciado la pseudociencia, poner de manifiesto la bancarrota moral y fáctica de los pseudotratamientos suele provocar respuestas airadas, insultos, amenazas de muerte y hasta campañas de desprestigio; los más resentidos llegan a interponer demandas — lo que, para mí, es el colmo cósmico de la ironía y la hipocresía: recurrir a un tribunal que decide mediante la ponderación de la evidencia, para proteger sus negocios basados en renegar del mundo basado en la evidencia. Y precisamente eso fue lo que hizo la naturópata Collen Huber: demandó a Hermes por opinar que los negocios y tratamientos de Huber son, cuando menos, sospechosos.

domingo, 19 de noviembre de 2017

Pie Grande no existe, aunque ya tiene nombre científico válido



Muchos lo llaman Pie Grande, Bigfoot o Sasquatch. A partir de ahora, muy probablemente, quienes creen en su existencie empiecen a usar su nombre científico: Kryptopithecus gimlinpattersonorum, que acaba de ser registrado. Y no me extrañaría si empiezan a usar el nombre para intentar darle legitimidad a la creencia de que Pie Grande existe.

¿Cómo llegamos a esto? Primero, un poco de contexto necesario para entender lo que acaba de ocurrir.