Febrero de 2020 fue un mes muy significativo para el laicismo, al menos en Europa — este mes hubo por lo menos tres noticias importantes con respecto a la separación del Estado y las religiones.
La primera fue que el presidente de Francia, Emmanuel Macron, salió en defensa del derecho a blasfemar. Claro que Macron no hizo esto en el vacío, sino resulta que en enero, la adolescente francés Mila Orriols publicó en su cuenta de Instagram una story que decía más o menos esto:
Odio la religión, [...] en el Corán no hay nada más que odio, el islam es una mierda, eso es lo que pienso. No soy racista, para nada. No puedes ser racista hacia una religión. Dije lo que pensaba, no harás que me arrepienta. Igual habrá gente que se ofenderá, claramente me importa un bledo, digo lo que quiero, lo que pienso
El post de Mila fue respondido con las ya típicas amenazas de muerte cuando alguien dice algo poco menos que halagador de la religión de las necesidades especiales y, sin falta, apareció la absurda idea de que Mila había "ofendido" una religión, como si las ideas e ideologías fueran susceptibles de ser ofendidas — por supuesto, el igualmente ridículo concepto de islamofobia hizo presencia.
Mientras Mila tuvo que cambiar de colegio y ser reubicada, para que no fuera desterrada del Más Acá por los practicantes de la religión de la paz, la Ministra de Justicia de Macron, una tal Nicole Belloubet, salió a culparla a ella, y decir que la niña había atacado la libertad de conciencia (!).
En este contexto, Macron desdijo a su Ministra en una entrevista para Le Dauphiné Libéré: "La ley es clara: tenemos derecho a blasfemar, a criticar, a caricaturizar las religiones. El orden republicano no es un orden moral".
Sinceramente, es mucho más de lo que habría esperado de cualquier líder decente del primer mundo, aunque está lejos de ser suficiente. A pesar de que Macron defendió el derecho a blasfemar, se aseguró de tratar de minimizar el asunto, diciendo que había que tener en cuenta que Orriols apenas era una adolescente, dando a entender que un adulto funcional jamás se atrevería a cuestionar la superstición mahometana, no sea que los sentimientos de los seguidores de Mahoma se magullen. El mensaje es claro: "Por fa', no maten a la chiquilla, que realmente no sabe lo que dice; y aunque blasfemar es un derecho, dejemos las amenazas de muerte para los adultos que osan cuestionar su religión". Uff, tremenda 'defensa' de la blasfemia...
Mientras el presidente francés defiende el laicismo timoratamente, como quien no quiere la cosa, y tratando de apaciguar a la turba que todavía no ha entendido que Francia es un estado laico, la extrema derecha francesa no desaprovechó la oportunidad para respaldar a Orriols sin titubeos. Vaya mundo el que nos tocó en 2020, en el que en la cuna de la Ilustración terminan siendo los racistas y xenófobos quienes defienden sin ambages el imperio de la ley. Lo que hay que ver.
(imagen: Wikimedia Commons)
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Publicado en De Avanzada por David Osorio
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