Desde que apareció en escena, el reggaetón ha sido criticado por muchísimas razones —unas más válidas que otras— e, incluso, se ha llegado a intentar censurarlo con las patéticas excusas de siempre (que los niños, que el sexo es malo, que las buenas costumbres, etc.)
Pero quizá, quienes más éxito han tenido en la satanización del género han sido los posmodernos, que insisten que el género (musical) es sexista por lo que en muchas de sus letras se encuentran afirmaciones directamente machistas o porque en ellas el cantante relata lo que le gustaría hacer en la cama con su(s) objeto(s) de deseo.
A mí, la acusación de machismo hacia el reggaetón siempre me ha parecido sospechosa, porque hay muchos factores que pueden influir en el resultado final de las letras, como el ritmo, la inspiración del artista, la identidad de la canción y el uso de figuras retóricas en la composición. Sin embargo, lo que más me parece sospechoso es que, aunque se ha singularizado al reggaetón, este tipo de infracciones a la corrección política se encuentran en cualquier género, aunque nadie esté poniendo el grito en el cielo por esto mismo.
Siempre había querido escribir sobre esto, aunque no había sacado el tiempo para hacerlo porque, por supuesto, sería necesario aportar ejemplos, y no me había puesto en la labor de hacerlo. Pues Jonathan Le Bouffartique sí que hizo la tarea y publicó una serie de canciones de diferentes géneros en los que se trata a las mujeres como propiedades y se les objetifica. La nota fue publicada inicialmente en su blog y luego apareció en Shock:
Señalar que el reggaetón es un género musical machista es una obviedad, pero no tanto si se trata de hacerlo ver más especial que los demás. Por eso, he traído unas joyitas para ejemplificar este caso que, sin intentar justificarse sobre lo que hoy se toma las redes, hacen parte de nuestra cultura y que sin altivez, forman parte de nuestra idiosincrasia.
Para hacer su caso, Le Bouffartique ofrece la siguiente lista de canciones:
- Amablemente de Edmundo Rivero (Tango)
- Sonaron cuatro balazos de José Alfredo Jiménez (Ranchera)
- La farsante, de Juan Gabriel
- La cárcel de Sing Sing de Alci Acosta
- Las mujeres son, de Ismael Miranda (Salsa)
- Bandolera, de Héctor Lavoe
- Si te cojo, de Ismael Rivera
- Mala mujer, de la Sonora Matancera
- Ron de Vinola, de Guillermo Buitrago
- Dos mujeres, de Alfredo Gutiérrez (Vallenato)
- La falla fue tuya, de Diomedes Díaz
- La celosa, de Carlos Vives
- La moza, de Silvestre Dangond
- Te compro tu novia, de Los Cantantes (Merengue)
- Eres mía, de Romeo Santos (Bachata)
- Getting Better, de The Beatles (Rock)
- Animals, de Maroon 5 (Pop Rock)
- Te quiero puta, de Rammstein (Metal)
- Quítate que ma'sturbas, de Molotov (Rock en español)
Aunque la lista no es exhaustiva, estoy seguro que los lectores pueden recordar otras canciones que tratan de manera parecida a la mujer en sus letras o temas, y que no son de reggaetón.
El párrafo con el que Le Bouffartique termina su post resulta tremendamente adecuado, ahora que está de moda poner en la picota pública a los cantantes de reggaetón por sus letras, y acusarlos de promover la opresión contra la mujer (?):
Lo cierto aquí es que vivimos en un mundo de constantes miedos, inundado de una sensación psicótica de pretender callarlo todo, ser políticamente correcto y perseguir como si se tratara de una cacería de brujas, todo lo que no le gusta, lo que le indigna y como si fuera poco, tomarse el derecho de censurarlo. Sin apelaciones al sentir populista, es válido aclarar que la música no educa a los hijos de nadie, ni nos educó a nosotros. Quienes educan son las escuelas, colegios, universidades. La música no educa, pero cumple con su antiquísima función: entretener y comunicar, porque es el lenguaje que se envuelve en la idiosincrasia y la cultura de los pueblos, cuales quiera que fueran.
Yo agregaría que, además de que la música no educa, al igual que cualquier otra manifestación cultural, la música es un reflejo de la sociedad. O sea: la realidad crea y transforma el lenguaje, la música, la literatura, la poesía, las películas y todo lo demás — y no al revés.
Las letras sexistas son el síntoma de un problema, no el problema en sí mismo. Así que una solución efectiva —en vez de la muy folclórica censura— pasa por garantizar los derechos de las mujeres, y por perderle el tabú al sexo. Con seguridad, esto no dejará satisfecho a todo el mundo pues en todo caso seguirá habiendo artistas demasiado explícitos, y también habrá ofendibles criaturitas que insistan en que la sola existencia de los hombres (o sentirse atraído por las mujeres) es machista.
En todo caso, escandalizarse por las letras de Maluma lo único que hace es darle más visibilidad. Esa energía estaría mejor utilizada facilitando el acceso a métodos anticonceptivos y a servicios de aborto, a promover campañas de acceso a la educación, y a dotar de instrumentos médicos a los entidades encargadas de levantar pruebas forenses en casos de violación.
(vía David Mariño | imagen: Reggaeton in Kazan)
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Publicado en De Avanzada por David Osorio
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