Con las capturas de Ratko Mladic y de Goran Hadzic la prensa en general ha fallado en entender la raíz del problema serbio y parecen sorprendidos de enterarse que detrás de todas las muertes, masacres, destrucción y el sufrimiento se encuentren doctrinas y líderes religiosos. Para mí no es nada nuevo.
Y tampoco para Christopher Hitchens quien para Free Inquiry describió exactamente por qué La religión es EL problema de los Balcanes:
Por cuestiones de mi carrera he tenido que estudiar el tema de los Balcanes, que no sólo encuentro fascinante -desde una perspectiva académica-, sino también inmenso, intrincado y supremamente complejo. Creo que sólo Christopher Hitchens lo habría podido resumir tan bien, clara y acertadamente.
Y tampoco para Christopher Hitchens quien para Free Inquiry describió exactamente por qué La religión es EL problema de los Balcanes:
En el reportaje sobre la captura del asesino en masa, el general Ratko Mladic por el gobierno serbio en el Memorial Day, el New York Times resumió la recién creada situación política de esta manera: "Aún quedan interrogantes acerca de precisamente quién protegía al Sr. Mladic. El gobierno pro-occidental del presidente Boris Tadic dice que investigará, un examen políticamente delicado que podría conducir a ex funcionarios del gobierno y tal vez también a autoridades religiosas, ya que el Sr. Mladic, dijo tras su arresto que había sido visitado en los últimos años por muchos sacerdotes".
Siguiendo la historia de primera página a una página interior, vemos que los reporteros del Times, Doreen Carvajal y Steven Erlanger, se quedaron con ese tema: "Las autoridades gubernamentales, incluyendo al presidente Tadic, se han comprometido a investigar la red de protección, especialmente para determinar si algunos de los leales incluían agentes del gobierno, altos funcionarios o incluso tal vez sacerdotes ortodoxos serbios".
Las palabras destacadas en los dos extractos de arriba no están en cursiva en el original, sino que la puse yo. Por lo tanto podemos criticar a Carvajal y Erlanger por tres tipos diferentes de errores de reportaje. El primero es el uso de la misma frase significativa dos veces en el mismo artículo, sin que la repetición la aclare. La segunda es hacer la fuerte presunción ("tal vez") de que la participación sacerdotes en una carrera de violencia criminal sería una ocasión para el shock, así como -no del todo la misma cosa- para la sorpresa. La tercera es la de ser tan inconscientes de la historia reciente de los Balcanes como para creer que la membresía en el clero ortodoxo serbio haría menos probable -en vez de más probable- que la persona estuviera involucrada en violaciones masivas de los derechos humanos.
¿Acabo de decir "la historia reciente de los Balcanes"? Sería más exacto decir que toda la historia de la región es una larga contienda confesional que cuando se alió con el ultra-tóxico nacionalismo fue lo suficientemente fuerte como para arrastrar a todo el mundo moderno en una guerra catastrófica en el verano de 1914. Casi le hizo lo mismo a la Europa del Sur y adriática de la post-Guerra Fría, después de 1990, y sólo se detuvo a un terrible costo en sangre. El elemento clerical de esta pesadilla fue oscurecido por el hábito de los medios de referirse a las tres partes en conflicto como "los serbios", "los croatas", y "los musulmanes". Uno puede ver a simple vista que hay una falta de simetría en esa imagen de por sí vaga y subjetiva.
En la década de 1990, los nacionalistas de la "Gran Serbia", quienes pretendían eliminar a las poblaciones no serbias de su suelo y del suelo de las repúblicas vecinas, eran en su mayoría cristianos ortodoxos orientales y se mantenían unidos por las imágenes religiosas y la propaganda. Mientras tanto, "los croatas" era otro sustantivo colectivo para los católicos de Croacia y Herzegovina occidental, quienes también querían un estado religioso "puro" de los suyos. Durante la década de 1940, en realidad habían disfrutado la posesión de ese estado en la forma de un protectorado nazi dirigido por un extremista partido católico fascista llamado la Ustaša. La memoria serbia de este período es muy traumática, sobre todo porque el programa ustachi incluía conversión forzada de los ortodoxos herejes, así como un castigo cruel colectivo para los que no lo hicieran. (No es que busque una disculpa superficial, pero parece que el padre del general Mladic fue uno de los serbios que fueron víctimas de este programa de corte Cruzado).
En contraste con ciertos estereotipos de los medios de comunicación, los dirigentes musulmanes de Bosnia eran sorprendente laicos en perspectiva. Esto fue especialmente cierto en la ciudad multi-étnica y multirreligiosa de Sarajevo, que se convirtió en el blanco de la ira extraordinaria de Mladic. Hubo algunas atrocidades sectarias cometidas por las fuerzas gubernamentales bosnias y por algunos islamistas "voluntarios" quienes brevemente entraban al país en busca de una apertura yihadista, pero los observadores tendían a estar de acuerdo en que la parte bosnia fue la menos culpable y también que cuanto más religiosa era una de las partes o milicias, era más probable fuera a actuar de una manera bárbara - lo que refuerza el mismo punto de una manera diferente. Los laicos también fueron blanco dentro de sus "propias" comunidades. La única broma decente que escuché durante los malos años (y me disculpo con los lectores de FI, que pueden haberme escuchado decirla antes) vino del croata intelectual no creyente Zarkho Puhovski. "Si uno es un croata y dice que es ateo", me dijo, "la primera pregunta que enfrenta es '¿Cómo puedes probar que no eres serbio?'" Puhovski era en parte judío, lo que en una región con esa historia particular traía problemas especiales.
Cuando a los serbios etno-fascistas se les pidió que justificaran su reclamo de Kosovo, una provincia donde los serbios son una minoría muy pequeña, ellos respondieron que Kosovo era serbio debido a que contenía sus lugares sagrados y era el "Jerusalén" de Serbia. Enseguida sabes lo que va a pasar: los civiles serán asesinados y deportados para proteger la integridad de los cementerios y las reliquias y las cuevas. Y la guerra de Kosovo, tan mala como lo fue, podría fácilmente haber sido mucho peor. En este momento, lo único que impide la reactivación del derramamiento de sangre entre las comunidades es la memoria horriblemente fresca de la última vez y un apego algo insípido a una tenue futura prosperidad que depende de mantener la tradición local bajo control. La religión casi destruyó la economía y la sociedad de la antigua Yugoslavia y le hizo un daño profundo y duradero a su gente y su cultura. Sin embargo, en el diario de registro para el liberalismo americano, la profunda conexión entre fe y fanatismo se trata como si fuera una sorprendente excepción más que una siniestra regla.
Por cuestiones de mi carrera he tenido que estudiar el tema de los Balcanes, que no sólo encuentro fascinante -desde una perspectiva académica-, sino también inmenso, intrincado y supremamente complejo. Creo que sólo Christopher Hitchens lo habría podido resumir tan bien, clara y acertadamente.
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