El fin de semana, el presidente Juan Manuel Santos le pidió al papa Francisco que se comunique telepáticamente con su amigo imaginario y que este le conceda la paz que le ha negado al país sistemáticamente durante 500 años consecutivos. ¡Ohh, sí, esto va a resultar muy bien!
“A eso he venido (...) Santo Padre, siga rezando. Lo necesito, necesito su apoyo, necesito su iluminación.”, respondió el presidente Santos al pontífice en su saludo inicial, antes de empezar su conferencia personal que duró 20 minutos....
"Con él coincidimos no solamente en la necesidad de la paz. También coincidimos en la necesidad de una justicia social", agregó el Presidente de Colombia.
"El Santo Padre dijo: lo que pueda hacer yo personalmente, la Iglesia, cuente con nosotros. No solamente lo apoyamos sino que, si necesita que nosotros juguemos un papel, estamos dispuestos a hacerlo", contó el presidente.
Ehh, no, ya han hecho más que suficiente: después de meter sus putrefactas garras en la política pública y cargarse los proyectos de matrimonio igualitario, amenazar con cerrar los hospitales si se aprueba la eutanasia, oponerse a la adopción homoparental, impedir la legalización del aborto, obstaculizar la legalización de las drogas y no frenar a ese representante restrasado mental que tienen en Alejandro Ordóñez... ya tuvimos suficiente intervención católica.
Hace unos días el ministro de Justicia decía que Colombia es un Estado laico y en menos de 48 horas ya está el Presidente lamiéndole las zuelas a don Francisco, suplicándole que intervenga más.
Francisco es un declarado enemigo del laicismo y apologista del terrorismo — es que casi cualquier persona elegida al azar entre los 8000 millones de seres humanos que pueblan la Tierra habría sido mejor elección para suplicar por ayuda que el líder de una multinacional del crimen.
¿Puede haber una receta más ideal para el desastre y la injusticia social?
(imagen: Presidencia de Colombia)
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