En estos días, la justicia francesa multó a la política Christine Boutin por repetir la muy bíblica idea de que la homosexualidad es una abominación:
La política francesa y exministra de Vivienda Christine Boutin fue condenada el miércoles por el Tribunal de Apelaciones de París por haber calificado la homosexualidad como una "abominación" en una entrevista con la revista política Charles, en marzo de 2014.
Boutin fue condenada a pagar una multa de 5.000 euros (más de 5.500 dólares), así como 2.000 euros en daños a cada una de tres asociaciones homosexuales, "Mousse", "Le Refuge" e "Inter-LGBT".
Siguiendo nuestra guía sobre los límites de la libertad de expresión, parece que Boutin sólo estaba expresando su —muy homofóbica, intolerante e ignorante— opinión, pero eso no me parece motivo suficiente para condenarla, pues no atacó, difamó o matoneó a una persona individual, y tampoco amenazó a nadie.
Boutin ha hecho carrera pretendiendo imponer los criterios cristianos en la política pública francesa y aunque eso sí debería ser motivo para condenarla, la expresión de sus gustos y disgustos no lo es — al fin y al cabo, el problema no es lo que ella piense sobre la homosexualidad, sino que pretenda que la ley se base en esas creencias.
Siempre es triste cuando en la cuna de la Ilustración se usa el poder coercitivo del Estado para traer de regreso los delitos de pensamiento. Estoy en desacuerdo con Boutin, y creo que sus opiniones —como cualquier producto del cristianismo— tienen la altura intelectual de la boñiga, pero eso no es razón suficiente para condenarla en los tribunales.
(vía The Freethinker | imagen: Wikimedia Commons)
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Publicado en De Avanzada por David Osorio
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