Y sí, la religión lo envenena todo, incluso a los países civilizados — en esta ocasión, la víctima fue Dinamarca y el veneno, como raro, la religión de las necesidades especiales:
Un hombre que se filmó quemando el Corán se convirtió en la primera persona acusada bajo la ley de blasfemia de Dinamarca en 46 años.
El señor de 42 años se filmó a sí mismo quemando una copia del libro sagrado del islam en su patio trasero en diciembre de 2015. A continuación, publicó el video en el grupo anti-islámico de Facebook "Sí a la libertad - no al islam" junto con las palabras "Considera a tu vecino: apesta cuando se quema".
El fiscal danés Jan Reckendorff anunció su decisión de presentar cargos en un comunicado de prensa emitido el miércoles por la tarde.
Como vengo repitiendo desde el caso de Terry Jones, esto es ridículo: su dinero, su casa, su libro. Cada quién puede quemar su propiedad si le viene en gana.
Quemar libros —cualquier libro— me disgusta, porque allá donde quemar libros es una costumbre no demoran en terminar quemando personas. Pero que a mí me disguste y aterre no significa que las personas no tengan el derecho de hacer eso con sus libros (o banderas, o cualquier otra posesión).
El tipo que quemó el Corán no parece la persona más decente o amable del planeta, cierto, pero es que los derechos no dependen de qué tan simpáticas sean las personas, de sus gustos o falta de modales; al menos no en los países civilizados. Y quemar un Corán sería parte de su libertad de expresión.
No puedo evitar pensar que si más medios y personas hubieran republicado las caricaturas del Jyllands-Posten en su momento, quizá Dinamarca no estaría penalizando otra vez los delitos de pensamiento.
(vía International Humanist and Ethical Union)
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Publicado en De Avanzada por David Osorio
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