A estas alturas, ya todos conocen la historia de Rebecca Vitsmun, la atea que junto con su hijo Anders, sobrevivieron al tornado en Oklahoma y que al ser entrevistada no agradeció a dios.
Pues bien, su carácter escéptico y cuestionador fue lo que le salvó la vida, como explica Chris Trejbal:
Vitsmun, originaria de Louisiana, siempre había escuchado de su esposo y otros residentes de Oklahoma que debía agacharse cuando se acercaran los tornados. Así que cuando se acercó éste, ella se puso un casco y se subió en la bañera con Anders....
Ella observó la trayectoria prevista del tornado en su portátil y vio que se acercaba a su calle. Haciendo caso omiso de lo que había sido instruida hacerlo, decidió huir en su coche. Unos minutos más tarde, el tornado destruyó su casa. Ella y su hijo seguramente habrían muerto si hubieran estado allí.
Los ateos son cuestionadores que se basan en la razón. Su escepticismo le salvó la vida. Si ella hubiera aceptado ciegamente el dogma de Oklahoma de quedarse quieta, ella y Anders probablemente estarían muertos. En cambio, ella analizó la situación y tomó una decisión racional. Ella es una mujer sin necesidad de dioses, sólo de su propio pensamiento rápido y su coraje.
Vitsmun perdió todas sus posesiones. Por este motivo, la Asociación Humanista Americana estableció un fondo para apoyar a Vitsmun. En cuestión de horas, ya habían conseguido 10 mil dólares.
Por su parte, el comediante Doug Stanhope empezó una campaña de recolección para Vitsmun con una meta de 50 mil dólares, que fue superada en un día (y ya va por los 100 mil dólares - algo para que se compre una casa modestamente decente).
¿Unos se preguntan para qué nos reunimos y asociamos los ateos, si no somos una religión?
Bueno, además de para defender nuestros derechos, para ofrecerles una comunidad que los apoye y los ayude durante los momentos difíciles, para hacer más llevaderos los momentos duros de la vida y que no tengan que aguantar en silencio -y humillación- sus penas en un mundo cristiano-normativo, irracional, que se regodearía con nuestra desgracia y asegurarían que es producto de no creer en dios.
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