Cuando sienten que su fe es atacada, en ocasiones los creyentes acusan a los críticos de haber elegido su religión porque no hay consecuencias violentas negativas, a diferencia de otras religiones (cristianismo-islam es la combinación más común).
Esta añoranza de imponer el respeto por sus creencias por medio de la violencia se conoce como envidia de la fatwa:
La envidia de la fatwa es el término que se utiliza para el fenómeno de la gente que se queja de que la crítica de su religión o creencias políticas está mal porque la crítica no se dirige a los musulmanes por temor a la violencia o la muerte (o, en un argumento relacionado, debido a la corrección política)....
Las diatribas de envidia de la fatwa generalmente comienzan enojadas, molestas o echando espuma por lo que la persona dijo o hizo. El quejido entonces se vuelve hacia la forma en que otra religión no toleraría lo que se dijo (como si la persona que se queja deseara que él/ella o su colegas hermanos religiosos recurrieran a la violencia o el asesinato). Y para completar la diatriba, la persona generalmente ora a favor o perdona a la persona, o explica que él o ella va a ir al infierno si no se arrepiente por supuestos pecados.
¡¡Ohh, amor cristiano!! Por supuesto, la envidia de la fatwa -nombrada por la envidia del pene, de la pseudociencia psicoanalítica- no es exclusiva del cristianismo.
Sólo basta con encontrar dos religiones, una más violenta que la otra, y ya están los ingredientes necesarios para esta falacia.
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