Simplemente, eso no pasa y hay, por lo menos, siete razones:
1. El uso de hormonas es ilegal. En los Estados Unidos y en muchos otros países, se realizan controles muy estrictos sobre el uso de hormonas o sustancias parecidas a las hormonas en los alimentos para animales. No hay ningún caso en el que esté aprobado el uso de hormonas en aves. Aunque se podría alegar que el uso ilegal de hormonas podría darse ocasionalmente, se aclarará más adelante, no existe razón lógica para usar estos componentes en la producción avícola.
2. Las hormonas no son eficaces. La administración de hormonas de crecimiento no conduce a un aumento del crecimiento en los pollos. De manera similar, la inyección de hormonas del crecimiento en humanos no lleva al desarrollo de un equipo de baloncesto ganador. El crecimiento es el resultado de una combinación muy compleja de funciones metabólicas, que dependen de una selección amplia de señales endocrinológicas.
3. La administración es muy difícil. Como en el caso de la insulina, que se usa en el tratamiento de la diabetes, la hormona del crecimiento es una proteína. Si alguna de estas hormonas se consumiera por la vía oral, se digerirían rápidamente del mismo modo que ocurre con las proteínas del maíz o la soya. Es bien sabido que los diabéticos tienen que inyectarse la insulina. Por lo tanto, aunque hubiera probabilidad de que se diera un efecto positivo, la hormona del crecimiento tendría que inyectarse en los pollos con frecuencia. La logística para inyectar a miles de pollos con la hormona ilustra la imposibilidad de esta situación. Las investigaciones indican que la liberación de la hormona del crecimiento natural en pollos es pulsátil, llegando a su pico más alto cada 90 minutos. Esto podría implicar que si la hormona de crecimiento se fuera a administrar eficazmente, el único modo factible de hacerlo sería a través de administración intravenosa frecuente.
4. Coste alto. Como la hormona de crecimiento del pollo no se produce comercialmente, su coste sería extremadamente alto. Si se fuera a administrar 1 mg a un pollo de engorde, el coste sería excesivo para el valor del pollo en sí mismo. Obviamente, esto no tiene sentido desde el punto de vista comercial.
5. Impacto negativo en el rendimiento del pollo. El pollo moderno se ha seleccionado genéticamente para crecer tan rápidamente que a veces se topa con limitaciones físicas. Todos estamos familiarizados con el caso de chicos jóvenes que, cuando entran en la pubertad, experimentan un tasa de crecimiento que aumenta rápidamente. El “estirón” normalmente viene acompañado de una inflamación de las articulaciones y otros problemas. Del mismo modo, el pollo de engorde moderno vive literalmente al borde su máximo metabólico. De hecho, la restricción alimentaria se recomienda a veces (ya sea una restricción física o una reducción de la densidad nutritiva) para reducir la tasa de crecimiento y limitar la incidencia de cojera, ataques al corazón y ascitis. En las regiones tropicales, una tasa de crecimiento que aumenta rápidamente casi seguro duplicaría, triplicaría e incluso cuadruplicaría la tasa de mortalidad de los pollos a causa de estrés calórico. Por lo tanto, sería muy contraproducente que de repente se forzará una tasa de crecimiento más alta en pollos de engorde.
6. ¿Y qué hay de los esteroides anabólicos? El abuso ocasional de esteroides anabólicos en atletas aparece periódicamente en la prensa. No existe duda alguna de que su uso lleva a un aumento de la masa muscular. Sin embargo, este efecto en atletas solo es posible cuando su uso se combina con un entrenamiento físico riguroso, como el levantamiento de peso. Lo que hace la cuestión de los esteroides aún más improbable es que la parte más valiosa del pollo, la pechuga, está formada por músculos que se usan para levantar y bajar las alas. Los pollos llevan miles de años sin volar. Sin ejercicio no se obtienen beneficios de los esteroides anabólicos.
7. Las hormonas simplemente no se necesitan. El crecimiento extremadamente rápido de los pollos de engorde se explica con mucha facilidad sin recurrir a las hormonas. Al analizar los registros de las firmas genéticas se apreciará que durante las últimas décadas las aves han alcanzado el peso de mercado especificado un día antes cada año.
Alguien, en un arrebato de caridad pública, por favor, avísele a Natalia París y Evo Morales.
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