En Atheist Revolution, Jack Vance pasa revista crítica a este fenómeno en la comunidad atea/escéptica:
Lamentablemente, de hecho, algunas ateas pagan un precio por su voluntad de expresarse. Verán, hay gente aquí en la comunidad secular que se siente tan amenazada por la voluntad de algunas de estas inteligentes, firmes y valientes mujeres para decir lo que piensan, que han desarrollado insultos especiales con los que se dirigen a ellas. Las llaman traidoras de género, castiga-hermanas y niñas complacientes. Sí, en realidad ¡acusan a algunas de estas mujeres de traicionar a su género porque se atreven a sostener opiniones diferentes!
Las tácticas utilizadas contra estas mujeres varían, pero son agresivas por naturaleza y por lo general se pueden agrupar bajo la etiqueta de intimidación. Algunas han sido sometidas a furia imparable en los blogs, mientras que otras han visto su carrera amenazada. Algunas han visto su identidad revelada públicamente, y otras tantas han conseguido que su reputación sea asaltada en línea. Muchas han sido puestas en listas negras y etiquetadas como "abusadoras" y "acosadoras" por el pecado imaginario de decir lo que piensan.
Lo peor de todo es que gran parte de este comportamiento ha sido llevado a cabo por mujeres (y hombres) que dicen ser feministas y justicieros sociales. Sus versiones de feminismo y justicia social parecen implicar un esfuerzo sostenido para manchar la reputación de las mujeres que están dispuestas a expresar su desacuerdo con ellos. Muchos líderes seculares parecen decididos a ignorar este comportamiento o apaciguar a quienes se dedican a él. Esta posición parece insostenible para aquellos de nosotros que valoramos las muchas contribuciones de estas mujeres y la esperanza de saber más de ellas.
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