La semana pasada, varios medios hicieron eco de una afectación a niñas de Bolívar que, además, han sido vacunadas contra el virus del papiloma humano. RCN, El Espectador, El Tiempo, Las 2 Orillas, Kien y Ke y Caracol, entre otros, publicaron sobre los síntomas de más de 100 niñas en El Carmen de Bolívar y su posible contaminación con metales pesados.
Los padres de familia culpan de estos síntomas a la vacuna pero no cuentan con estudios que demuestren la causalidad. Sí, las niñas recibieron la vacuna pero sabemos que correlación no es causación. El ministro de Salud, Alejandro Gaviria, lo explicó en los términos más sencillos posibles (secundado por el viceministro, Fernando Ruiz).
Entiendo el hambre de clicks, pero tal vez los medios quieran considerar su responsabilidad cuando titulan vinculando la vacuna y esos síntomas. Con ello dejan de lado la objetividad y se vuelven altoparlantes de los padres que, aunque legítimamente preocupados, están haciendo afirmaciones gratuitas y peligrosas (El Espectador y El Tiempo ya rectificaron... que es lo mínimo que se puede esperar después del daño).
Al vincular la vacuna con los síntomas no sólo difunden desinformación y pánico injustificado, sino que también obstaculizan el diagnóstico y tratamiento efectivo de sus hijas. Por tentador que sea tener un culpable, cuando se trata de salud —y, ya puestos, también de periodismo—, el mejor curso de acción es el basado en la evidencia. Y la evidencia es contundente: la vacuna contra el VPH funciona y estos no son sus efectos secundarios.
(Imagen: VCU CNS via photopin cc)
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