Extracto de un muy buen post de Emma C. Williams:
La idea de que todo el mundo tiene "derecho a su opinión" es citada a menudo, con frecuencia mal utilizada e invariablemente insincera. Nadie tiene "derecho a su opinión" si esta afirmación es citada en un intento de desviar las críticas — como suele hacerse. Si todos exigimos el derecho de compartir nuestros puntos de vista en público, sin esperar y aceptar también la disidencia, en realidad no apoyamos la idea de que todo el mundo tiene "derecho a su opinión" en absoluto; más bien, creemos que se nos debería permitir imponer nuestros propios puntos de vista sobre los demás sin reproche. La afirmación de que "tenemos derecho a nuestra opinión" es un apelación profesada a los principios de libertad y libre expresión, cuando en realidad socava esos principios.
El filósofo Jamie Whyte incluye la noción de que tenemos "derecho a nuestra opinión" en su estudio de las falacias lógicas. Él sostiene que las personas suelen utilizar esta declaración cuando son acorraladas, en un intento de evitar las críticas o evitar ser forzados a una posición en la que podrían tener que cambiar de opinión; por lo que cuando la gente dice "Tengo derecho a mi opinión" lo que generalmente quieren decir es "no quiero oír la evidencia que contradice mi opinión" — una respuesta infantil y petulante al desafío.
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Fascinantemente, una indicación de que muchas personas de hecho aprehenden la debilidad inherente del argumento es que, a menudo, la declaración es volteada y usada para dar a entender que un adversario se equivoca. No es raro que alguien ponga fin a un debate diciendo "bueno, supongo que tienes derecho a tu opinion" — al hacerlo, insinúan que su antagonista se equivoca y, por extensión, de alguna manera asumen la superioridad moral dando un paso al lado y alejándose del conflicto. Mientras que esta táctica es ligeramente diferente (y si algo más fastidiosa), el resultado es, de hecho, el mismo — el debate es silenciado por la sugerencia de que no es aceptable más controversia y que continuar la discusión sería descortés e inapropiado.
Si bien todos somos libres para asumir una posición y argumentar a su favor, ninguno de nosotros tiene el "derecho" a hacer cualquier tipo de declaración —especialmente una provocadora— a menos que estemos dispuestos a aceptar que podría ser impugnada; en respuesta al desafío, nuestras opciones son entonces defender nuestra opinión produciendo un razonamiento sólido en su defensa, o reconsiderar nuestra posición al ser confrontados con evidencia contradictoria.
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Publicado en De Avanzada por David Osorio
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