Por eso no me extraña la existencia de ONGs como Open Doors, que "sirve a los cristianos perseguidos alrededor del mundo". Y resulta que Open Doors acaba de publicar un informe según el cual -no se rían, lo dicen en serio-, en Colombia se persigue a los cristianos:
"Grandes zonas de Colombia se encuentran bajo el control de los carteles de la droga y mucha de la persecución a los cristianos proviene de las alianzas existentes entre indígenas no cristianos y los paramilitares", indicó la ONG religiosa alemana Open Doors, responsable de la lista publicada en todo el mundo.
Es curioso, pues en Colombia los cristianos tienen varios escaños en el Congreso, -a pesar de que sus mandamientos lo prohíben- se roban el dinero de los contribuyentes, no permiten que la ley garantice los derechos sexuales y reproductivos, promueven abiertamente agendas homofóbicas, y son hipócritas.
Son una mayoría que cree que tiene el derecho a imponerse e imponer sus gustos y delirios sobre las demás personas. De hecho, la mayoría de los paramilitares, por no decir que su totalidad, son cristianos. No abundan en sus filas los musulmanes, los judíos, los hindúes, los budistas, ni los ateos.
¿Qué hay de la persecución a ateos y otras minorías? A Open Doors no podría importarle menos.
La buena noticia es que, presas de su superstición, todo el 'activismo' que hacen es enviar Biblias, entrenar en la Biblia y rezar. O sea, básicamente, pierden el tiempo y creen que hacen algo. Mejor que sólo lo hagan por sus correligionarios que en nombre de minorías realmente perseguidas.
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